viernes, 1 de junio de 2007
EL NACIMIENTO DE LOS MUSEOS
En 1792 los vientos libertarios se tornaron en huracanes y vieron nacer entre sus remolinos de sangre, leyes y principios, la Primera República Francesa. Ella se encargará en 1793 de fundar el "Musée du Louvre" para que el arte sea patrimonio de todos los ciudadanos del mundo. La necesidad de socializar el disfrute del arte y de la ciencia, era una forma de elevar el conocimiento de las masas y su cultura política y social. Los académicos franceses recogieron y aplicaron así los criterios del humanismo renacentista italiano. Entre ellos, los pensamientos de Leonardo da Vinci, quien decía "el arte es ciencia y la verdadera ciencia es arte".Así que desde aquellos tiempos los museos se convirtieron en templos del arte universal que debían estar abiertos a todos los públicos, sin distinciones económicas o aristocráticas, de razas o de géneros. Esta lucha la dieron con fuerza los Ilustrados, pues conocían que desde la antigüedad el conocimiento y el arte era un privilegio de los poderosos o sus protegidos.
EL ALMA DE UN ARTISTA
Son 26 años desde la primera donación de Fernando Botero Una llamada y nos llenamos de gordosLas huellas de Fernando Botero, con dibujos, pinturas y esculturas, siguen donde se originaron, en el centro de la ciudad.El patio de caballos, 1988. Óleo, 240 x 170 centímetros. Foto Fredy Amariles-¡Fernando, Fernando...! Vea, nosotros estamos muy mal representados con su obra en el Museo. ¿Por qué no nos manda, nos regala o nos vende por club, el cuadro de El Exvoto, que de todas maneras no ganó en la Bienal?. -Jajajaja... Sí, yo les prometo una obra. -Una obra no, El Exvoto. -Pero es que yo vendí esa obra en Nueva York, la tendría qué volver a comprar. -Qué importa. Usted la compra y nos la regala para su tierra. Esta conversación sucedió en noviembre de 1974, en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, entre Teresa Santamaría de González, presidenta de la Junta Directiva del Museo de Zea (hoy de Antioquia), y Fernando Botero. Los gritos de ambos hicieron que el público asistente al Salón Nacional de Artes Plásticas parara la oreja. Con tanto testigo no había remedio. Al comenzar 1975 llegó una carta del maestro en la que anunciaba el arribo de la Virgen de El Exvoto, con un párrafo final: “esperen más regalitos...”.Foto Donaldo ZuluagaEn 1976 a Teresita Peña de Arango, directora del Museo, le anunciaron una llamada desde Venezuela. La “chiva” era de Darío Arizmendi, entonces Jefe de Redacción de EL COLOMBIANO: “Estoy en el Museo de Arte Moderno de Caracas. Le estoy haciendo una entrevista a Fernando Botero y me acaba de decir que le va a hacer el regalo de unas obras al Museo, de diez a quince, si se comprometen a remodelar el edificio y a cambiarle el nombre. Es necesario hacer una sala nueva con el nombre de su hijo Pedro”.Teresita no lo dudó y de inmediato dio su aprobación. Al colgar, la directora aterrizó. Se confundieron el temor por la falta de dinero y la alegría por la dimensión del regalo. Luego se prendió una luz, la empresa privada. Así, la institución se embarcó en la tarea que finalizó el 7 de septiembre de 1977 con la inauguración de la sala Pedrito Botero y la presentación de 16 obras del artista antioqueño.Transformación urbana Teresita dejó el cargo con otra promesa del maestro: la donación de varias esculturas, condicionada al cambio de nombre de la institución.
Eso fue en 1977 y luego de intensas discusiones, el 13 de septiembre de 1984 se reinauguró con el nombre de Museo de Antioquia y la muestra de quince esculturas más de Fernando Botero. El artista no se quedó en las salas y salió a la calle. Decidió dejar a su amada Gorda en la esquina del Parque de Berrío, en febrero de 1986. Para no dejarla sola, en 1994 trajo, al Parque de San Antonio, el Torso Masculino. El Municipio compró la escultura Pájaro, y Botero, para que no sintieran tan lejana la presencia femenina, donó la Venus Durmiente.Ciudad Botero El proyecto Ciudad Botero comenzó a tejerse bajo la dirección de Lucrecia Piedrahíta, cuando en los primeros días de noviembre de 1996 recibió una llamada del maestro: “Lucrecia estoy muy emocionado con la labor que se ha cumplido en el Museo. Quiero y estoy interesado en hacer una donación, tanto en obras como en dinero para que pensemos en un espacio con unas condiciones museográficas mejores para la ciudad. Iniciaríamos la donación con una Sala de Dibujos y cuenten con 800.000 dólares para la posible plazoleta”.
La propuesta tuvo relativo eco en las instituciones gubernamentales y se conformó un grupo interdisciplinario para recibir la donación, además, se consideró el traslado del Museo, que finalmente se quedó en el Centro. Sin embargo, por falta de gestión, varias obras de la colección privada de Botero se perdieron, lo que obligó a actuar rápidamente y a reiniciar el proyecto.
DONACION
El patio de caballos, 1988. Óleo, 240 x 170 centímetros. Foto Fredy Amariles-¡Fernando, Fernando...! Vea, nosotros estamos muy mal representados con su obra en el Museo. ¿Por qué no nos manda, nos regala o nos vende por club, el cuadro de El Exvoto, que de todas maneras no ganó en la Bienal?. -Jajajaja... Sí, yo les prometo una obra. -Una obra no, El Exvoto. -Pero es que yo vendí esa obra en Nueva York, la tendría qué volver a comprar. -Qué importa. Usted la compra y nos la regala para su tierra. Esta conversación sucedió en noviembre de 1974, en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín, entre Teresa Santamaría de González, presidenta de la Junta Directiva del Museo de Zea (hoy de Antioquia), y Fernando Botero. Los gritos de ambos hicieron que el público asistente al Salón Nacional de Artes Plásticas parara la oreja. Con tanto testigo no había remedio.
Foto Donaldo Zuluaga
En 1976 a Teresita Peña de Arango, directora del Museo, le anunciaron una llamada desde Venezuela. La “chiva” era de Darío Arizmendi, entonces Jefe de Redacción de EL COLOMBIANO: “Estoy en el Museo de Arte Moderno de Caracas. Le estoy haciendo una entrevista a Fernando Botero y me acaba de decir que le va a hacer el regalo de unas obras al Museo, de diez a quince, si se comprometen a remodelar el edificio y a cambiarle el nombre. Es necesario hacer una sala nueva con el nombre de su hijo Pedro”. Teresita no lo dudó y de inmediato dio su aprobación. Al colgar, la directora aterrizó. Se confundieron el temor por la falta de dinero y la alegría por la dimensión del regalo. Luego se prendió una luz, la empresa privada. Así, la institución se embarcó en la tarea que finalizó el 7 de septiembre de 1977 con la inauguración de la sala Pedrito Botero y la presentación de 16 obras del artista antioqueño.
Ciudad Botero El proyecto Ciudad Botero comenzó a tejerse bajo la dirección de Lucrecia Piedrahíta, cuando en los primeros días de noviembre de 1996 recibió una llamada del maestro: “Lucrecia estoy muy emocionado con la labor que se ha cumplido en el Museo. Quiero y estoy interesado en hacer una donación, tanto en obras como en dinero para que pensemos en un espacio con unas condiciones museográficas mejores para la ciudad. Iniciaríamos la donación con una Sala de Dibujos y cuenten con 800.000 dólares para la posible plazoleta”.
La propuesta tuvo relativo eco en las instituciones gubernamentales y se conformó un grupo interdisciplinario para recibir la donación, además, se consideró el traslado del Museo, que finalmente se quedó en el Centro. Sin embargo, por falta de gestión, varias obras de la colección
privada de Botero se perdieron, lo que obligó a actuar rápidamente y a reiniciar el proyecto, liderado por el ex alcalde de Medellín, Juan
Gómez Martínez y Pilar Velilla, directora de la entidad.
UNA OBRA EXPANDIDA
Gato en el tejado. Óleo 87 x 77 centímetros. 1978. Foto tomada del Libre La Pintura: Botero.Para conocerlo mejor, habría que acercarse a Piero Della Francesca, Rubens, Ingres, Tintoreto, Velásquez, Goya, Tiziano, Leonardo De Vinci... Y es por eso que críticos como el profesor Carlos Arturo Fernández, al hablar sobre la obra de Fernando Botero comienzan por referirse al Renacimiento, al quatrocento, que el maestro conoció primero en Madrid y luego en Florencia, Italia. “El Renacimiento italiano, dice Fernández, no tiene un mero interés arqueológico. En los años cincuenta, los artistas comenzaron a interesarse por el tema, en medio de una actitud reconocida como neoarcaica”. Así, el arte contemporáneo decide mirar el arte clásico, y Botero se inscribe en esa corriente, que le permite aprender de los maestros e innovar a partir de lo que descubre en ellos. Para los críticos de la obra del maestro antioqueño, lo que éste hace con su pintura, lo que va a descubrir, es un estilo. Así lo advierte el crítico Leonel Estrada, quien explica que esas figuras a las cuales normalmente se les llama “gordos” o “gordas”, representan su estilo y aunque para muchos artistas, entre ellos Andy Warhol, el estilo no existe, para Botero, sí tiene sentido. Su estilo no se altera cuando se habla de escultura, pintura o dibujo. El profesor Fernández dice que de las cosas más extraordinarias de Botero, es el hecho de que “crea una obra que es muy gustosa, en la cual intervienen dimensiones que no son meramente intelectuales ni formales sino que se dirigen a la sensibilidad del espectador, quien al enfrentarse a ella no se encuentra con un problema”.
BIOGRAFIA
Fernando Botero nace en Medellín el 19 de Abril del año 1932. En sus primeros años perteneció al mundo de los toros gracias a que un tío lo matriculó en clases pero pronto se aburrió. Llegado sus catorce años toma la decisión de abordar el arte a través de la pintura, determinación que sorprende a su conservadora familia, aunque recibió el apoyo de su madre, quien le dijo que él debía conseguir el dinero para sus estudios. Vendió su primer cuadro en la taquilla de la plaza de toros y el tema de la pintura fue precisamente los toros.
Sus primeros pasos artísticos los dio en el año de 1948, cuando participó en su primera exposición conjunta conocida como Exposición de Pintores Antioqueños.
Para el año de 1951 Botero trasladó su residencia a la ciudad de Bogotá, y fue allí donde lleva a cabo su primera exposición individual en las instalaciones de la Galería de Leo Matiz. En el siguiente año, su óleo «Frente al Mar» le hizo acreedor del segundo puesto en el Salón Nacional de Artistas; además viaja a Madrid a realizar algunos estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.
Entre 1953 y 1955 se desplaza por Italia y Francia, y es la ciudad de Florencia, más exactamente en la Academia de San Marcos donde aprende las técnicas al fresco que empleaban los maestros italianos, las cuales han influenciado su arte desde entonces; y además estudia historia del arte. Tuvo como profesor a Bernard Berenson escritor e historiador estadounidense, con quien descubre el Renacimiento Italiano, y de aquí obtiene sus primeras inspiraciones.
Vuelve a Bogotá en el año de 1955 y permanece allí por un año, mientras sus obras no acaparaban relevancia. Un año después viaja a la ciudad de México para estudiar la obra de Rivera y Orozco, permaneciendo allí por otro año más. En 1957 realiza su primer viaje a Washington con el fin de llevar a cabo una exposición individual en el Pan American Union.
Para 1958, de regreso a Bogotá lo nombran catedrático de pintura en la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de Bogotá. Dos años después decide radicarse en la ciudad de New York.
Contrae nupcias con Gloria Zeaen el año de 1964, con quien tiene tres hijos: Fernado, Lina y Juan Carlos.
Durante los años 60’s, Fernando Botero se dedicó por completo a la pintura, tomando como bases el Renacimiento, la pintura Barroca y la tradición colonial de América Latina. En esta época comienza a experimentar con el volumen de sus creaciones, expandiendo sus figuras y comprimiendo el espacio alrededor de ellas. Debido a su disciplina y gran esfuerzo, para este periodo Fernando Botero contaba entre sus creaciones con miles de dibujos y más de 1000 pinturas.
En la década de los 80’s, los toros, una de sus pasiones se constituye en la principal fuente de inspiración; obras como: la pica, el quite y la corrida, permiten confirmar esta idea.
Montecarlo y los Campos Elíseos fueron los sitios escogidos para exhibir sus esculturas en el año de 1992, recibiendo el honor de ser el primero artista de nacionalidad no francesa que presentaba su arte allí. También, desarrolló una exposición sobre toros en el Gran Palais en la ciudad de París.
El 14 de octubre del año 2000, se inaugura en su ciudad natal un proyecto llevado a cabo por la Alcaldía de Medellín y el Museo de Antioquia, conocido con el nombre de: Medellín ciudad Botero, con el cual se busca construir una ciudad en paz a partir de la cultura y la educación. El maestro realizó una donación de varias de sus obras para llevar a cabo el proyecto.
Sus exposiciones han llegado a diversos paises del mundo como: Italia, Francia, España, Austria, Suecia, Alemania, Japón, Corea, Sudáfrica, Estados Unidos, México, Venezuela, Brasil y Colombia, entre otros. Se resalta que desde 1972 ha tenido exposiciones individuales en la Galería Marlborough (New York), la Galería Buchholz (Munich) y la Galería Claude Bernard (París).
El Museo de Antioquia le da como regalo al artista Fernando Botero lo que han realizado por el acercamiento ala comunidad de Medellín y dentro delos resultados esta el registro de 550.000 visitantes al museo, además de los programas de acercamiento con los barrios de Medellín y los niños de las escuelas y colegios para acercarlos al arte y la cultura.
Pintor, Escultor y dibujante. es considerado el artista vivo originario de latinoamerica mas reconocido y cotizado actualmente en el mundo. icono universal del arte, su extensa obra es reconocida por niños y adultos de todas partes por igual. su original estilo ha sido llamado Boterismo, que dentro del panorama artistico podria denominarse expresionismo figurativo "desproporcionado", una especie de genial surrealismo. el reconocimiento del artista es comparada a la de Gabriel García Márquez en literatura o la de Ástor Piazzolla en música.